viernes, 17 de octubre de 2025

Los 5 tipos de cerebro neurodivergente (y cuál podría ser el tuyo)

¿Sabías que tu forma de pensar podría pertenecer a uno de cinco tipos de cerebro? 

No se trata de etiquetas ni diagnósticos, sino de una clasificación científica que busca entender cómo se organiza la mente humana entre dos polos fascinantes: la empatía y la sistematización.

Un enorme estudio realizado en el Reino Unido con más de 600.000 personas ha revelado patrones que podrían cambiar la forma en que entendemos la neurodiversidad.

Los 5 tipos de cerebro neurodivergente (y cuál podría ser el tuyo)

El estudio que reveló los 5 tipos de cerebro

El proyecto fue dirigido por el psicólogo Simon Baron-Cohen, experto en autismo y director del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge.

Los participantes debían completar dos cuestionarios:

  • Cociente de Empatía (EQ): mide la capacidad de comprender las emociones propias y ajenas, de conectar con los demás y de adaptarse a contextos sociales.
  • Cociente de Sistematización (SQ): evalúa el interés por los patrones, la lógica, los sistemas y todo aquello que pueda analizarse o medirse.

De acuerdo con los resultados, todos los seres humanos oscilamos entre estos dos polos: empatía y sistematización. Y dependiendo de qué tan desarrollada esté cada capacidad, se identifican cinco tipos de cerebro.

1. Cerebro tipo B: el equilibrio perfecto

El tipo B es el punto medio.

Estas personas equilibran de forma natural la empatía con la lógica. Son capaces de sentir profundamente, pero también de analizar racionalmente.

Pueden trabajar en equipo, comunicarse con claridad y al mismo tiempo resolver problemas con eficacia.

En un entorno laboral o social, suelen ser mediadores: entienden ambas partes y buscan soluciones prácticas sin perder sensibilidad.

2. Cerebro tipo E: el cerebro empático

El cerebro tipo E se inclina hacia lo social, emocional y humano.

Quienes lo tienen disfrutan más de conversar, acompañar, cuidar o inspirar que de analizar datos o desmontar aparatos.

Pueden ser excelentes comunicadores, educadores, terapeutas o artistas, pero tienden a evitar los ambientes demasiado técnicos o estructurados.

Sienten con intensidad y suelen captar el estado de ánimo del entorno con facilidad.

3. Cerebro tipo E extremo: la empatía total

Aquí encontramos a las personas altamente sensibles, con una conexión emocional extraordinaria.

Les cuesta manejar la frialdad o la lógica pura, y prefieren los espacios donde reine la comprensión, la compasión y la armonía.

Son los amigos que siempre están disponibles, los que perciben cuando algo no anda bien aunque no se lo digas.

Sin embargo, a veces pueden sentirse abrumados por las emociones ajenas o por su propia sensibilidad.

4. Cerebro tipo S: el cerebro lógico

El tipo S es el opuesto del E.

Son personas que encuentran placer en los sistemas, las reglas, los mecanismos y los patrones.

Les encanta entender cómo funcionan las cosas, analizar estructuras, seguir instrucciones al detalle o clasificar información.

Son los ingenieros, programadores, matemáticos o diseñadores que logran ver el orden donde otros solo ven caos.

Sin embargo, pueden tener dificultades para interpretar las emociones o los matices sociales, y prefieren las interacciones claras y predecibles.

5. Cerebro tipo S extremo: la mente hipersistematizadora

Los S extremos son verdaderos genios del análisis.

Viven buscando patrones, conexiones y coherencia en todo lo que los rodea.

Pueden detectar errores invisibles, aprender idiomas en tiempo récord o descifrar estructuras complejas con facilidad.

Aquí se ubican muchas personas dentro del espectro autista o con síndrome del sabio (savant).

Son las mentes que optimizan sistemas, crean tecnología y resuelven los problemas mecánicos más difíciles.

Aunque suelen tener poca flexibilidad social y emocional, su contribución a la ciencia y la innovación es invaluable.

El autismo y la neurodiversidad

Simon Baron-Cohen explica que el autismo se relaciona con los cerebros tipo S y S extremo, donde la capacidad de sistematizar supera con creces la empatía.

Esto no significa que carezcan de emociones, sino que procesan el mundo desde una lógica diferente: necesitan entenderlo para poder conectarse con él.

En las mujeres, este tipo de cerebro a veces combina sistematización con una mejor habilidad social, lo que se conoce como “masking”: la capacidad de camuflar las dificultades sociales para adaptarse al entorno.

Pero lo más revelador del estudio es que todos somos neurodiversos en algún grado.

No existe un “cerebro normal”, sino una amplia gama de formas de procesar la realidad.

La neurodiversidad, entonces, no se limita al autismo ni a otras condiciones, sino que abarca la inmensa variedad de estilos de pensamiento que existen en la humanidad.

Cada cerebro cumple una función

El mundo necesita tanto a los cerebros tipo S, que inventan tecnologías y descubren patrones ocultos, como a los tipo E, que comprenden las emociones y resuelven conflictos sociales.

Sin los primeros, no existiría la inteligencia artificial.

Sin los segundos, no sabríamos cómo convivir con ella.

Como dijo Baron-Cohen:

“La neurodiversidad no es un problema que resolver, sino una riqueza que comprender.”

Y quizá ahí radica la verdadera revolución: aceptar que pensar distinto no es un defecto, sino una forma más de contribuir al mundo.

¿Qué tipo de cerebro tienes tú?

Si sientes curiosidad, puedes realizar los test de Cociente de Empatía (EQ) y Cociente de Sistematización (SQ) creados por la Universidad de Cambridge.

Descubrir tu tipo de cerebro puede ayudarte a comprender mejor tus fortalezas, tus desafíos y la forma en que te relacionas con los demás.

La neurodiversidad no es una etiqueta.

Es un recordatorio de que cada mente tiene su propio ritmo, su propio lenguaje y su manera única de brillar. 

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